Carlos Herreros sobre ‘Brilla’

Carlos Herreros

Presidente de la Escuela de Coaching On Line y de Santander Coach

Sumantra Goshal, a quien conocí en un programa sobre emprendizaje del Salzburg Seminar in American Studies, decía en sus clases: “Podéis imaginar cómo es Calcuta en agosto, su hedor, el calor insoportable, personas enfermas, mutiladas y moribundas en la calle. También podéis imaginar la magia del bosque de Fontainebleau en primavera, su luz, su frescor, sus fragancias… Pues bien, trabajar en algunas empresas es como vivir en Calcuta, cuando debería ser como disfrutar de Fontainebleau”.

En la primavera de 1994 yo empezaba ilusionado el programa de Master of Science en la London Business School y Lynda Gratton empezaba su trabajo con la clase: evaluación de los compañeros de trabajo, los “anclajes” de nuestra personalidad, nuestros puntos fuertes y débiles. Atendía a cada uno como si fuera su único alumno, nos dedicaba palabras de ánimo, nos ponía en contacto con esa parte que todos tenemos, inconsciente, bajo la superficie y nos animaba a que la hiciéramos emerger para conocernos mejor.

Lynda Gratton trabajó muy unida a Sumantra hasta la muerte de éste y, en mi opinión, ella completó su visión psicológica y personal de los directivos con la estratégica que aportaba Sumantra.

En su anterior libro, Puntos calientes (Hot Spots, en su versión original, dedicado al ya fallecido Sumantra), Lynda Gratton utilizaba la metáfora de esos visores nocturnos en los que los focos de calor aparecen resaltados en color verde para identificar puntos de la empresa en los que estaban ocurriendo fenómenos muy importantes. En esos puntos se produce el brillo potente, humano, como el del fuego, el que produce un metal al rojo vivo o el que se produce en un crisol. Warren Bennis, uno de los grandes gurús después de Drucker, dice que sólo se puede ser líder cuando se ha experimentado un crisol con calor insoportable.

Podemos adquirir modelos y hábitos para generar en nuestras empresas ese imprescindible brillo humano, tan lejano del brillo artificial de la luz blanca, que proporcionan propósito y visión estratégica.

Lynda Gratton destaca la capacidad y habilidad para colaborar como un recurso estratégico y humano fundamental. La colaboración y la profundización en el autoconocimiento son las dos grandes metacompetencias, imprescindibles para actualizar el cambiante abanico de competencias que los directivos deben ir adquiriendo para adaptarse continuamente a entornos cambiantes. Éste debe ser el enfoque estratégico: la adaptación continua a entornos que no paran de mutar.

Casi siempre encontraremos las soluciones estratégicas y organizativas valiosas en lugares y sectores muy diferentes de los nuestros; se desperdicia una gran cantidad de energía latente porque trabajamos en “calcutas” en lugar de hacerlo en “fontainebleaus”.

La autora destaca la necesidad de conseguir diariamente cinco hábitos de cooperación; una de las acciones para lograrlo es conocer “el arte de la conversación excelente”, ya que las empresas, las organizaciones, son, sobre todo, un entramado de conversaciones. No obstante, también recomienda la escucha activa y “tener un buen olfato”, habilidades todas ellas que, seguramente, no se enseñan en las escuelas de negocio y que hay que adquirir en otros ámbitos.

El libro

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