Efrén Martín sobre ‘The Trustworthy Leader’

Efrén Martín

Gerente de FVMartín, profesor de Deusto Business School

Necesitamos aclarar cómo se explica y aplica un fenómeno tan natural y relevante como el liderazgo. Quizá debamos volver al principio («En el principio era el Verbo») y llamar a cada cosa por un nombre. Los técnicos han desarrollado un lenguaje preciso, claro e inequívoco, gracias al cual sus avances son rápidos y seguros, mientras que el lenguaje de las ciencias sociales sigue siendo descuidado, ambiguo y equívoco. ¿Sabemos realmente de lo que hablamos? ¿O estamos atascados y sin consenso en una jungla terminológica?

Los responsables de esta babel conceptual son los propios líderes de las distintas «escuelas psicológicas». Freud fue el primero en imponer su lenguaje a pacientes que terminaban «doctorándose» tumbados en el diván, absorbiendo y repitiendo la jerga que les enseñaba. No fue diferente la actuación de sus competidores conductistas, humanistas y cognitivistas ni tampoco la de los seguidores de la actualmente influyente psicología positiva. Todo está reorganizado en torno a nuevos términos. Veremos cómo nos va en el futuro con la irrupción de las neurociencias. También podríamos dejar de llamar líderes a quienes no lo son y dedicar el término exclusivamente a los que sí lo son, generalmente en relación inversa a su aparición en los medios. Como ejemplo de sensatez, recuerdo una sencilla conversación con Luis Gil, un hombre que se ha ganado muchos galones de líder: —¿Cuál es el secreto del éxito en un negocio? —Una buena gestión. —¿Y en qué se diferencian la buena gestión y la mala? —Solo hay una gestión: la buena. El tema es más que relevante porque el lenguaje no describe la realidad ni crea una realidad. ¡Es la realidad de los humanos! Y el liderazgo se ejerce a través de la buena comunicación verbal y –sobre todo– no verbal. Amy Lyman y sus colaboradores han trabajado en descubrir qué caracteriza a las empresas que los empleados consideran un «excelente lugar de trabajo». La clave es un buen liderazgo, sustentado en la vieja base de toda relación humana: la confianza, que implica a su vez credibilidad, respeto y trato justo. Otros factores son el sentimiento de orgullo por lo que hacen y el disfrute. Si comparamos su modelo con la estimulante descripción que Daniel Pink hace de la buena motivación, la intrínseca, coinciden en muchos aspectos, aunque los términos no sean exactamente los mismos (motivación intrínseca = autonomía + competencia + finalidad). Esto recuerda que liderazgo y motivación no son fenómenos lejanos, como tampoco lo son la comunicación y una buena participación en las decisiones. Sin embargo, hasta ahora no hemos logrado integrarlos, como tampoco hemos conseguido el compromiso pleno de las personas debido a que la confianza se ha visto afectada por un importante déficit de honestidad y credibilidad en los negocios y la sociedad en general. Este libro no será la última palabra sobre el tema, pero reconforta pensar que aún no hemos tirado la toalla en escalar una de las cimas más altas de la realidad humana, ya que del propósito, la autenticidad y la confianza –o como se les quiera llamar– depende la supervivencia de las empresas y las sociedades.

El libro

Escribe y pulsa intro para buscar