Alex Puig sobre ‘Blockchain’

Alex Puig

CEO de Alastria, emprendedor tecnológico y fundador de Digital Currency Summit

Predecir el futuro siempre ha sido complicado. Se dice que la única manera de adelantarse es inventarlo. Difícil tarea. Nadie se podía imaginar que la tecnología Blockchain tendría la aceptación que está teniendo hoy en día. Probablemente ni el propio Satoshi Nakamoto, el anónimo y desconocido creador de Bitcoin, llegó a pensar que Bitcoin, y más concretamente Blockchain, la tecnología en la que se basa, llegaría a tener la relevancia mundial indiscutible de la que goza en la actualidad. Y solo ha empezado.

Hay muchas visiones de lo que es o lo que implica Blockchain, al igual que Internet. Para cada persona o empresa, Internet es algo distinto y, pese a las diferencias en la percepción, es siempre mucho más que una simple tecnología: es una forma de relacionarse con la sociedad, hasta el punto de que ha afectado a las personas, tanto psicológicamente a nivel individual como sociológicamente como comunidad.

Blockchain es el siguiente paso en la evolución de Internet, ya que dota a la Red de un sistema operativo con capacidad para compartir valor. Le permite dar un salto cualitativo impensable hasta ahora y supone un cambio de paradigma, la descentralización, que tiene potencial para reinventar la forma de trabajar y relacionarnos como sociedad.

Blockchain supone un cambio de paradigma, la descentralización, que tiene potencial para reinventar la forma de trabajar y relacionarnos como sociedad”

La descentralización, un concepto hasta ahora meramente técnico, está calando en la comunidad de desarrolladores. La idea es sencilla: arquitecturas distribuidas que operan por consenso. No hay líderes, no hay jerarquía y, en cierto sentido, no hay organización. Es fácil ver que un grupo de ordenadores pueden colaborar y trabajar de forma distribuida; tan solo necesitan un protocolo de consenso, es decir, cómo se ponen de acuerdo para generar confianza en el sistema.

No obstante, lo que está pasando es que diversos grupos de desarrolladores están imitando dicho comportamiento. Ya no aspiran a trabajar para una empresa, sino que prefieren dedicar su tiempo –y su talento– a un proyecto. Dicho proyecto es normalmente de código libre y colaborativo.

La descentralización ha afectado también a la organización de empresas o, más bien, a la organización de proyectos sin empresa. Se las conoce como DAO (Decentralized Autonomous Organizations). Mediante smart contracts se crean las normas de comportamiento de la organización; se definen las relaciones y las interacciones.

Un caso famoso en la comunidad Blockchain fue la creación de un fondo descentralizado para invertir en proyectos. La idea era sencilla, pero revolucionaria. Muchas personas en todo el mundo enviaban ether (la criptomoneda de Ethereum, uno de los Blockchains más conocidos) a un smart contract, que era responsable de guardar el capital. Tras enviar los correspondientes ethers al contrato, el inversor podía votar en qué proyectos se invertía el fondo. Colaborativo y descentralizado. Un fondo de inversión sin gestor. Tuvo problemas técnicos y parte de los fondos fueron robados. La tecnología no estaba suficientemente madura.

Hoy en día, la tecnología sí está madura y, aunque sigue habiendo dudas sobre su regulación, nadie duda ya de su potencial disruptivo. Tengo curiosidad por ver cómo será el futuro gracias a Blockchain. Quizá la única manera de saberlo será inventarlo.

El libro

‘Blockchain’: la revolución industrial de Internet

Alex Preukschat (coord.), Carlos Kuchkovsky, Gonzalo Gómez Lardies, Daniel Díez García y Íñigo Molero

Una ‘blockchain’ no es más que una base de datos que se halla distribuida entre diferentes participantes, protegida criptográficamente y organizada en bloques de transacciones relacionadas [...]

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