Alfred Escala sobre ‘Las tecnologías de la información’

Alfred Escala

Vicepresidente de Servicios Financieros de IBM España

La inversión en tecnologías de la información (TI) es una de las principales partidas en los presupuestos de las empresas. Gigantes como General Electric llegan a invertir más de 3.300 millones de dólares al año en este concepto, lo que constituye, con diferencia, el principal capítulo dentro de sus inversiones. La duda, no obstante, radica en si esta inversión es capaz de aportar ventajas competitivas sostenibles en el tiempo o si, por el contrario, se trata de una commodity de la que, en mayor o menor medida, se benefician todas las empresas en el mercado.

La discusión sobre el carácter estratégico de las TI no es nueva y la percepción que de él han tenido los actores empresariales ha ido variando a medida que la Ley de Moore y el software “paquetizado” han ido convirtiendo las TI en algo que está al alcance de cualquiera. No hace más de diez o quince años que las empresas creían que las TI eran un elemento diferenciador que les permitía disponer de ventajas competitivas traducidas en mayor eficiencia, menores costes y mejor calidad de servicio al cliente. No obstante, varios elementos han ido modificando esta visión.

En primer lugar, el cumplimiento sistemático de la Ley de Moore y el abaratamiento de los costes del hardware. Según un estudio del MIT y la Universidad de Wharton, los costes de proceso de datos en las empresas se han reducido un 99,9 % desde 1960. No sólo se ha duplicado la potencia de los microprocesadores cada 18 meses, sino que, además, han aparecido modelos empresariales novedosos que han permitido la distribución directa al usuario final y, por tanto, la consiguiente reducción de precios en los ordenadores personales y los servidores de gama baja.

Asimismo, la industria de las TI ha evolucionado desde un entorno “propietario”, en el que los fabricantes tenían cautivos a sus clientes de tal forma que la decisión de compra tenía importantes consecuencias en lo que respecta a las hipotecas y compromisos que la empresa estaba adquiriendo hacia el futuro, a una situación en la que los estándares abiertos y el “código libre” permiten mayor conectividad e integración entre las distintas plataformas.

Una evolución parecida ha tenido el mundo del software, en el que la estandarización y la creación de paquetes de aplicaciones (los ERP) han sustituido a los tradicionales desarrollos a medida.

Entonces, ¿cuál es el impacto de las TI en la competitividad de la empresa? Al igual que cualquier commodity crítica, las TI son un aspecto esencial para competir en el mercado, pero no garantizan la competitividad ni la supervivencia. En sí mismas, no aportan ventajas competitivas, pero sí permiten alcanzarlas por medio de la implantación de un modelo de negocio que genere más valor que los competidores.

En la actualidad, es preciso que las empresas piensen de nuevo su modelo de negocio y su posición en la cadena de valor de la industria. Se trata de que formulen claramente cuál va a ser su estrategia competitiva tanto desde el punto de vista de su sector como desde el punto de vista de sus “competencias clave”. De esta definición deben aparecer estrategias de focalización, especialización y externalización, y deben nacer estrategias distintas para el márketing, las operaciones y la gestión de recursos humanos, es decir, para el mercado, los procesos y las personas. Las TI no son, en sí mismas, fuente de ventaja competitiva sostenible en el tiempo, pero, en conjunción con la estrategia de negocio, los procesos, las personas y la cultura, forman parte indispensable del éxito de las empresas.

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