Andrés Hatum sobre ‘Decídete’

Andrés Hatum

Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) y autor de 'El antilíder' y 'Carreras extraordinarias para gente común'

La literatura ha dado mucha importancia a los procesos de toma de decisiones. Mucho hay escrito sobre el tema para poder asegurarse de que las decisiones estratégicas en las organizaciones estén bien tomadas y, por consiguiente, los accionistas se beneficien con dichas decisiones. Sin embargo, poco hay escrito sobre las decisiones personales, aquellas que nos afectan directamente. Será porque no hay accionistas detrás pidiendo dividendos por nuestras propias acciones.

Edgard Schein afirmaba que la persona tiene ciclos y etapas diferentes que afectan a su vida: el ciclo de vida biosocial, el familiar y el profesional. El ciclo de vida biosocial permite entender las crisis de las personas. Así, primero somos adolescentes, con nuestras crisis y ciclotimias. Después vienen las décadas, todas marcadas por crisis. En particular, la de los treinta años afecta a la mujer y la de los cuarenta al hombre, pero las siguientes décadas también generan crisis. Lo cierto es que, si llegamos a los ochenta años sin arteriosclerosis, nos daremos cuenta de que las anteriores fueron una estupidez. El ciclo de vida familiar también presenta sus altibajos: somos hijos, solteros, después nos casamos, tenemos una pareja o simplemente decidimos quedarnos solos con una mascota.

Finalmente, se encuentra el ciclo de vida profesional. Entre los treinta y cinco y los cuarenta y cinco años se presentan los momentos más complicados para la carrera y las decisiones más críticas se toman en este período. A los treinta años tenemos grandes aspiraciones y poco tiempo. A los cuarenta podemos darnos cuenta de que no alcanzaremos el objetivo y es entonces cuando puede desatarse una crisis profesional y personal. En esta etapa, el interés de la empresa por la persona aumenta proporcionalmente al alejamiento del interés de la persona por la organización.

En las decisiones de carrera es importante tener en cuenta los tres ciclos en los que nos encontramos. En la primera etapa profesional somos jóvenes, sin ataduras familiares y con gran energía para afrontar desafíos. En este momento podemos tomar decisiones sin temor a equivocarnos. La vida media profesional nos puede encontrar inmersos en una crisis personal y las decisiones laborales pueden ser más complicadas. Es una etapa para ser realistas y dar pasos más seguros: cualquier decisión que tomemos en esta etapa seguramente nos marcará el resto de nuestra carrera profesional. En este ciclo laboral, la persona tiene que tener consolidados sus conocimientos, habilidades, credibilidad y reputación, así como sus círculos de relaciones (tanto internas como externas a la organización), para que sus decisiones sean las mejores. La última etapa profesional es síntesis y consecuencia de lo que hemos ido construyendo anteriormente.

En resumen, para poder tomar las decisiones más acertadas en el ámbito profesional es fundamental dedicar tiempo a la introspección, entender el sentido que se da a la propia carrera profesional, establecer momentos para el diálogo con personas que puedan pensar de forma distinta y nos ayuden a decidir mejor y dedicar un tiempo a verificar la adecuación de las decisiones y el sentido de carrera que hayamos definido. Todo esto debería ayudarnos a alinear mejor las decisiones personales, las profesionales y el sentido que queremos dar a nuestra vida profesional.

Andrés Hatum

Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) y autor de ‘El antilíder’ y ‘Carreras extraordinarias para gente común’

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