Ángel L. Arboníes sobre ‘El futuro del liderazgo’

Ángel L. Arboníes

Socio fundador y director de Ángel Arboníes & Asociados

En la extensa literatura del mundo del management se viene insistiendo en las nuevas condiciones del entorno. Globalización, desarrollo de nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, la era del conocimiento, la empresa digitalizada, etc. son preámbulo de toda conferencia, libro o disertación que se precie. No obstante, ante cambios paradigmáticos, extensos -porque afectan a todos los sectores- y profundos -porque remueven las raíces de lo establecido-, las reacciones más comunes son las de la continuidad. Se acepta el cambio, nominalmente, y se reconsideran modelos y entidades sin cambiar las premisas.

Con el futuro del liderazgo, y en este libro sucede lo mismo, no es difícil establecer una doble clasificación entre los artículos, lo que, como ejercicio, dejo al lector interesado; unos establecen una continuidad en el liderazgo, mientras que otros, mucho menos numerosos, se plantean una nueva forma de empresa, de gestión, y -como no podía ser menos- una concepción radicalmente diferente del liderazgo.

Por tanto, no es extraño que esto suceda en la larga lista de artículos que a modo de edición aparecen en la interesante publicación. La mitad del camino entre los conceptos continuistas y los cambios radicales se parece demasiado, lo que lógicamente produce confusión al observador poco minucioso. Al fin y al cabo, utilizamos las mismas expresiones que provienen del pasado y a veces éstas nos encadenan. Es la forma en que funciona la inercia organizativa.

Muchos artículos de esta edición señalan conceptos que podemos suscribir totalmente. El líder del futuro se desenvuelve en un entorno turbulento, debe mantener una cultura de empresa creativa y flexible, debe contar con todas las personas, trabajar en equipo, rodearse de los mejores, atraer y retener talentos, y en el ámbito personal debe ser ejemplar, tener apertura mental, visión, empatía, inteligencia emocional, manejo de relaciones personales, dominio de la comunicación, etc. Todo correcto.

Sin embargo, en algunos artículos -recomiendo especialmente los de Davenport y Stewart- se plantea el futuro del liderazgo a partir de una forma radicalmente nueva de entender la organización empresarial. La pregunta es ¿qué tipo de líderes necesitamos en la empresa del conocimiento? Las premisas de la empresa del conocimiento remueven desde la raíz la tan extendida necesidad de control de la empresa industrial. Por un lado, el conocimiento se otorga de forma voluntaria a la empresa y ésta no tiene forma de saber quién no le entrega este conocimiento. Por otro, el trabajador del conocimiento decide cada día lo que tiene que hacer. Esto es un cambio sustancial para la empresa y para el futuro del liderazgo.

De hecho, por encima de expresiones correctas, el líder del futuro debe construir una organización donde su papel, paradójicamente es menos prominente desde el punto de vista convencional. El líder debe crear otros líderes, muchos líderes, tantos que el mismo nombre se disuelva, y entre todos crear una empresa que crea en las personas, las trate como tales, establezca relaciones de confianza, permita la auto-organización, despliegue su potencial creativo manteniendo espacios para el diálogo, el intercambio de conocimientos y la experimentación, y además sea muy productiva con las actividades presentes. Son, desde luego, retos de altura que pondrá encima de la mesa la auténtica capacidad de liderazgo, que a la lista de características personales deberá añadir generosidad (para dejar de ser el centro de gravedad) y una enorme capacidad de generar credibilidad entre las personas.

Al fin y al cabo, la mejor definición de un líder sigue siendo aquélla que dice que “un líder es simplemente aquél que tiene seguidores”.

El libro

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