Ángel L. Arboníes sobre ‘La guerra por el talento’

Ángel L. Arboníes

Socio fundador y director de Ángel Arboníes & Asociados

El título de este libro, The War for Talent, es llamativo, aunque considero que después la lectura de los contenidos es un desparrame intelectual que intenta conectar, con asociaciones forzadas y sin excesiva consistencia, con las tendencias de moda en gestión. La gestión del talento que aquí se dibuja es un planteamiento convencional.

Muchos mensajes de la gestión del talento -y este libro es un buen ejemplo- tratan de elevar a mayor rango la actividad relacionada con la atracción, retención y compensación a los altos directivos. De hecho, muchos antiguos head hunters, también llamados “cazatalentos”, han refinado su trabajo convirtiéndolo en gestión del talento. Muy legítimo, si no fuera porque en el camino de sofistificación de la actividad se hacen asociaciones interesadas y fuera de lugar.

Primero, el talento no es exclusivo de los directivos, ni siquiera es un sucedáneo de la dinámica de creación e intercambio de conocimiento, por lo que la asociación que se hace con los trabajadores del conocimiento es simplemente forzada y parcial. Los trabajadores del conocimiento son todos los que aportan valor a la empresa y siempre de forma voluntaria. Se oculta algo importante en la empresa del conocimiento: si la organización no establece un espacio de creatividad y confianza, no hay manera de retener a las personas; simplemente están allí mientras no tengan otra cosa a mano. Comience a captar “talentos” y a quitárselos a otras empresas y convertirá su organización en un pozo sin fondo en la búsqueda de lealtad.

Mi receta para hacer la guerra del talento es muy diferente y mi eslogan es que no falta talento, por lo que no hay que guerrear. Son las propias organizaciones las que despilfarran el conocimiento. Diseñe una organización que promueva la formación y que dé capacidad de autoorganización a las personas en un clima de confianza. Descubrirá muchos nuevos talentos en su empresa y se dará cuenta de cuánto talento ha despilfarrado.

Tener personas cualificadas es importante, pero ¿tienen estas personas poder de acción y, sobre todo, están motivadas para dar a la organización sus conocimientos y su creatividad? ¿Por qué está la capacidad de acción limitada a los directivos? ¿Qué es un número uno si no hay números dos y tres?.

La verdadera revolución es el cambio en la esencia del trabajo: de un trabajador que cumple órdenes a un trabajador que decide su contribución a los objetivos de la empresa en la medida en que forma parte del proyecto empresarial y establece su productividad en términos de calidad e innovación, que mejora lo que hace, que aprende y que se autoorganiza. Sin embargo, pedir tanto no puede salir gratis, no se puede pedir un cheque en blanco a los empleados, por lo que las verdaderas preguntas son las siguientes: ¿Está su organización preparada para formar a las personas y situarlas al nivel más alto del mercado? e, inmediatamente, ¿cree que ha compartido su proyecto de manera que las personas, a pesar de tener ofertas, mantienen un sentido de lealtad? No haga una guerra por el talento; simplemente, no despilfarre el que tiene dentro.

El libro

Escribe y pulsa intro para buscar