Eduardo García Erquiaga sobre ‘Reinventing Management’

Eduardo García Erquiaga

Director general de Galicia Business School y socio director de Ideo y Exponente Business

La última década nos ha traído infinidad de libros que versan sobre el liderazgo. Podríamos decir que estos últimos años son los de la “inflación del liderazgo”. O incluso me atrevería a decir que vivimos años de “estanflación” en la dirección de las organizaciones: estancamiento de la organización (cuando no retroceso imparable) acompañado de inflación de liderazgo. Lo vemos en el ámbito empresarial y lo sufrimos en el institucional. Líderes aparentes y gobernantes mediáticos, visiones espectaculares y objetivos a largo plazo, pero fracasos estrepitosos que conducen a quiebras y crisis de gran magnitud.

Al igual que, tras la explosión de la automedicación y la proliferación de sustancias estimulantes, alguien nos dijo “más Platón y menos Prozac”, ahora son muchos los que imploran “más gestión y menos liderazgo” en nuestras empresas. En este contexto llega este excelente trabajo de Julian Birkinshaw, que nos muestra que de poco sirve el liderazgo si no contamos con un buen modelo de gestión, con un management impecable.

No seré yo quien me sume al grito de “más management y menos liderazgo”, por mucho que la corriente empuje, pero sí me uno a los que piensan que hemos olvidado que un buen liderazgo solo tiene éxito si se aplica sobre la base de un management correcto.

Si queremos ser brillantes en cualquier disciplina, debemos empezar por el principio. Y la dirección de empresas es, como cualquier otra disciplina, un arte. Un luchador de artes marciales solo será competitivo si domina a la perfección los movimientos esenciales. Para ello ha tenido que entrenar, repetir y asimilar conscientemente cada movimiento hasta poder hacerlo perfecta e inconscientemente. Solo cuando hemos interiorizado algo hasta la inconsciencia podemos dedicarnos a los detalles, a la estrategia, a la audacia, a la sorpresa con un ataque inesperado o una defensa ganadora.

Si formamos a un pianista en el arte de la interpretación, pero no lo hemos adiestrado hasta la extenuación en el dominio de los arpegios, las escalas y los estudios, estaremos ante un gigante con los pies de barro. Una interpretación genial sobre una técnica deficiente genera una gran frustración en el público. Es como un bailarín que transmite, pero cuyos movimientos son sucios: tiene inspiración, pero sus carencias técnicas lo hacen patético.

Esto es lo que ocurre con muchos directivos: no podemos confiar en la inspiración del liderazgo sin la transpiración del management. Birkinshaw nos alerta de que hemos olvidado el management durante años, que necesitamos retomarlo y reinventarlo para ser competitivos. Nos dice que, aunque el management es el mismo, las circunstancias y la tecnología han cambiado. Nos hace ver que, al igual que el cantante de ópera debe basar su talento en una técnica impecable, el directivo solo podrá ser un buen líder sobre la base de una sólida gestión.

Como el artista o el practicante de artes marciales, debemos aprender e interiorizar las bases del management hasta la inconsciencia: definición y coordinación de los encargos, toma de decisiones, fijación y comunicación de objetivos, etc. Cuando estas bases de nuestro arte de dirigir estén en nuestro ADN, el liderazgo efectivo surtirá efecto y brillará. En el arte, primero técnica, después genio. En la dirección, primero management, después liderazgo.

El libro

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