El único mundo posible es uno sostenible

Roberto Fernández

Director de Responsabilidad Social Corporativa y Reputación en Iberdrola

En Las edades de la globalización, el profesor Sachs demuestra una vez más unos conocimientos enciclopédicos de geografía, historia, sociología, economía y ciencias. No se limita a relatar acontecimientos, ni datos, sino que es capaz de aportar una interpretación propia de la historia de la humanidad.

En las 287 páginas del libro, el autor se remonta al paleolítico y repasa unos 70.000 años de historia hasta llegar a la actualidad. Afronta esta tarea bien provisto de herramientas: es capaz de integrar aspectos geográficos, climáticos, la fauna, la tecnología y la cultura humana para describir de un modo consistente el progreso, y las consecuencias de la interacción del ser humano con su entorno.

No es casualidad encontrar en los textos de Sachs la relevancia que ciertos factores “fortuitos” han tenido en el desarrollo de las distintas sociedades. La presencia o no del caballo, la latitud geográfica y su relación con enfermedades como el paludismo, fiebres, o la disponibilidad de recursos minerales como el carbón o el petróleo. Al leerlo, muchos de nosotros agradecemos en silencio la suerte de haber nacido en una esas regiones “afortunadas” climáticamente, o bendecidas por recursos naturales, que nos han permitido alcanzar un nivel de desarrollo impensable hace solamente tres generaciones.

Esta obra demuestra que la globalización no es un acontecimiento de este siglo, sino que, en distinta escala, la humanidad ya ha pasado por este proceso anteriormente, tanto como siete veces. Y, en cada ocasión, ha habido transformaciones sociales, progresos tecnológicos, instituciones emergentes, ganadores y perdedores.

Hoy, los que vivimos en esta Edad Digital, nos enfrentamos a varios retos globales: el agotamiento de los recursos del planeta; la creciente desigualdad a pesar de la convergencia entre países y la disminución de la pobreza extrema a niveles históricos; y el riesgo de conflictos entre las superpotencias del siglo XX y las emergentes en este siglo XXI.

Afortunadamente, tenemos un concepto bien definido y aceptado que debe orientar nuestras acciones: el desarrollo sostenible, que es el cumplimiento del triple resultado de la prosperidad económica, la inclusión social y la sostenibilidad medioambiental. Y el autor argumenta apasionadamente su propuesta para afrontar esta agenda. Debemos utilizar pensamientos sistémicos, flexibles, impulsar modelos de gobernanza basados en la subsidiariedad, y promover la provisión de bienes y servicios públicos allá donde los mecanismos de mercado sean insuficientes.

Sachs realiza un análisis histórico desde el humanismo y, apoyado en él, dibuja un camino de esperanza para “acabar con la pobreza en vez de con la vida humana”. Su esperanza se apoya en la convicción de que todos los hombres somos iguales y compartimos bases éticas comunes. Nos recuerda el protagonismo de las instituciones, y la importancia renovada de la colaboración y el multilateralismo.

El libro

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