Emma García Meca sobre ‘The Naked Corporation’

Emma García Meca

Profesora del Departamento de Economía Financiera y Contabilidad en la Universidad Politécnica de Cartagena (Murcia)

En un entorno caracterizado por la globalización del negocio bursátil, el desarrollo de los sistemas de telecomunicaciones y la creciente volatilidad de los mercados de valores, la revelación de información de forma fiable, correcta, simétrica y oportuna es un bien esencial para garantizar el éxito de las empresas.

Las compañías han dejado de ser “entes” oscuros sobre los cuales apenas se disponía de información para convertirse en “casas de cristal”, en las que empleados, clientes, accionistas y terceros en general indagan en busca de cualquier detalle empresarial que pueda afectar a sus intereses. En consecuencia, las empresas están desnudas a los ojos de terceros y la transparencia emerge como un valor corporativo esencial, al convertirse en un instrumento clave para generar confianza y garantizar su supervivencia.

La importancia del tema y los recientes escándalos financieros han llevado a que, en los países más avanzados, organizaciones y organismos reguladores hayan tomado la iniciativa desarrollando códigos de buen comportamiento y recomendaciones, con el fin de reforzar la transparencia informativa de las sociedades cotizadas y proteger los intereses de los inversores. Los desarrollos normativos elaborados en Estados Unidos con la Ley Sarbanes-Oxley o las iniciativas de la Unión Europea (Informe Winter) y de nuestro propio país (Informe Aldama, Ley 44/2002) son buena prueba de la necesidad de reducir las asimetrías de información que afectan gravemente a la credibilidad y confianza en los mercados bursátiles.

La transparencia empresarial no es, por tanto, una moda pasajera, sino la filosofía empresarial del siglo XXI. Éste es el mensaje de la polémica obra escrita por Don Tapscott y su socio, David Ticoll, la cual, a través de diez capítulos que incluyen numerosos casos de buenas y malas prácticas divulgativas, ilustra las consecuencias y los beneficios de la apertura informativa y describe el camino hacia la transparencia en una sociedad cada vez más abierta y virtual, la sociedad de la información y el conocimiento.

Internet es, sin duda alguna, el instrumento clave para adentrarse en el camino hacia la transparencia informativa y, por tanto, mejorar el buen gobierno de las empresas. El desarrollo de los sistemas de telecomunicaciones facilita la obtención y procesamiento de información más comprensible, oportuna, comparable y relevante; en definitiva, permite la democratización de la información corporativa y el cumplimiento del principio de equidad en la información.

Sin embargo, aunque los recientes desarrollos normativos y avance del e-gobierno corporativo son fundamentales para velar por la transparencia del mercado, lo cierto es que es necesario que exista una ética empresarial en la que la manipulación y la opacidad informativa sean consideradas como actos ilícitos y reprobables. Asimismo, es necesaria una labor de concienciación basada en mostrar la transparencia informativa como un instrumento generador de ventajas competitivas en la empresa.

La respuesta del mercado a las señales emitidas por la gerencia de la empresa dependerá de la credibilidad, relevancia y disponibilidad de la información, y su falta se considerará como un subrogado de la existencia de noticias negativas. Así, en un mundo de presión informativa, recientes escándalos financieros, poderosos inversores institucionales y medios indiscretos, Don Tapscott y David Ticoll argumentan de forma brillante y convincente que la transparencia informativa no sólo es una buena política, sino también la mejor estrategia empresarial.

Emma García Meca

Profesora del Departamento de Economía Financiera y Contabilidad en la Universidad Politécnica de Cartagena (Murcia)

El libro

Escribe y pulsa intro para buscar