Enric Segarra sobre ‘The Second Machine Age’

Enric Segarra

Profesor de Innovación en la Deusto Business School

A lo largo de los últimos años se ha abierto el debate sobre el futuro que nos espera. Por una parte están los que defienden que hemos entrado en un período de estancamiento económico en el que, a diferencia de lo que ocurrió en el siglo XX, no podemos esperar grandes mejoras ni en la productividad, ni en los resultados ni mucho menos en el empleo. Por otra parte se encuentran los denominados “tecnooptimistas”, que vaticinan que estamos a las puertas de una era ilusionante y esperanzadora en la que, gracias a las nuevas tecnologías, el progreso se va a impulsar hasta cotas jamás vistas antes en la historia de la humanidad. Este es el pensamiento de los autores del libro The Second Machine Age y el de otros, como Peter H. Diamandis y Steven Kotler, en su best seller Abundance, o Jeremy Rifkin, en su reciente The Third Industrial Revolution.

Detrás de todos ellos, un mismo mensaje: la innovación, sustentada en las nuevas tecnologías, cambiará definitivamente nuestras vidas. Si dejamos ahora a un lado disquisiciones como las que plantea el economista Robert Gordon al cuestionar el valor de las innovaciones de hoy frente a las surgidas en los pasados 150 años con un sencillo ejemplo en el que compara el valor de un inodoro con el de un iPhone o Facebook, lo que está claro es que cada revolución acaecida se ha saldado con un gran incremento del nivel de vida de los individuos y que, por tanto, no hay por qué pensar que, con esta nueva revolución digital, eso vaya a ser diferente y que debería hacernos ver el futuro con un cierto optimismo.

Es cierto que algunas personas van a salir perdiendo con todo ello, del mismo modo que –imagino– a los escribientes no les debió de gustar demasiado la aparición de la imprenta; a los fabricantes de plumas estilográficas, la aparición del bolígrafo; o a los fabricantes de máquinas de escribir, la aparición del procesador de textos. Habrá algunos a quienes esa tecnificación de nuestro mundo se les atragantará, porque o bien eres arte y parte de esa nueva era o, en el mejor de los casos, te queda la opción de encontrarte en una situación precaria a un lado del sistema.

No hay duda, por tanto, de que nos esperan tiempos apasionantes por los cambios que las nuevas tecnologías nos deparan y que aportarán un mayor bienestar al conjunto de la sociedad, especialmente a aquellos que estén bien preparados, no tengan miedo al cambio y se adapten rápidamente a él y dejen de esperar que sean los gobiernos los que deban procurarles su bienestar. Probablemente quienes sean capaces de crecer ante el escenario que se nos dibuja para los próximos años serán los que puedan disfrutar del que se nos presenta como uno de los momentos cumbre de la historia de la humanidad.

En este contexto, es recomendable estar preparado, porque seguro que vienen curvas en lo económico, en lo social y, sin duda, en lo político. Y más vale que esos augurios positivos se cumplan, porque, de no ser así, pintan bastos.

El libro

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