José Manuel Casado sobre ‘The Alliance’

José Manuel Casado

Presidente de 2.C Consulting y distinguished clinical professor del Instituto de Empresa.

En un contexto VUCA (de volatility, uncertainty, complexity y ambiguity), uno de los cambios fundamentales –si no el mayor– que la humanidad tendrá que experimentar en los próximos lustros será la forma en la que se concibe y organiza el trabajo, puesto que, como diría el economista Philip Bobbitt, este es uno de los puntos de inflexión en la historia de la humanidad.

En el cambio de concepción han influido muchos elementos que han transformado la faz de la tierra, haciéndola mucho más plana, a lo que yo no dejaría de añadir el calificativo de líquida; y a ello han contribuido de manera determinante fenómenos como la caída del Muro de Berlín, la aparición de Internet, la configuración de herramientas de workflow, el acceso libre a los códigos fuente, la aparición innovadora de fórmulas como el insourcing, el outsourcing y el offshoring, el nacimiento de buscadores como Google, Yahoo! o MSN y la velocidad en el trasiego y traslado de datos e información con suficiente estructura como para tomar decisiones.

La tecnología, la globalización, la demografía y la crisis están haciendo que los contornos de la empresa se estrechen al máximo, para dejar fuera de su núcleo a todo lo que no sea estrictamente necesario, al tiempo que sus contactos con terceros se multiplican por todas partes. Al final, la empresa busca una organización mucho más ligera, integrada por muy pocos profesionales fijos, pero muy formados, que controlen su core competence, y por un gran número de colaboradores por proyectos y funciones, adaptados a su tamaño y a sus posibilidades, que variarán en función de la demanda real de los proyectos de la compañía. Se pasa así de un modelo de “posesión” de los empleados por medio de contratos laborales a un modelo de “servicio” que permite tener exactamente el talento necesario solo cuando se necesita.

Además, en este escenario se está generando un empleo globalizado, puesto que muchas multinacionales se han llevado sus centros de investigación, producción e incluso cadenas de suministro a países emergentes, en los que los costes de explotación son muchísimo más baratos y comienza a haber profesionales igual de preparados que en Occidente. Los economistas clásicos están de enhorabuena: el trabajo, por fin, comienza a hacerse allí donde se puede realizar más eficientemente.

La paulatina e imparable pérdida de empleo a escala mundial se ha producido debido a que la ciencia y la tecnología se han aliado para reducir el número de personas necesarias para la producción tanto de bienes tangibles como de intangibles. No quiere decir esto que el trabajo haya desaparecido por arte de magia, pero sí ha cambiado sustancialmente. La crisis está configurando un modelo de trabajo diferente al de épocas pretéritas: un modelo en el que son las personas, su iniciativa y su marca personal, más que las grandes compañías, las encargadas de llevar a cabo las tareas que antes realizaban las corporaciones. Esta situación requiere reinventar la forma en la que se gestiona el talento y las formas de relación entre empleado y empleador, que demandan un acuerdo sustancialmente diferente al del pasado.

En fin, como decía el afamado Paul Valéry, “el problema de nuestro tiempo es que el futuro ya no es lo que era”, algo especialmente cierto en lo que al mundo del trabajo se refiere.

El libro

Dirigir el talento en un mundo conectado

Reid Hoffman, Ben Casnocha y Chris Yeh

Hoy en día, las empresas insisten en que su activo más importante son sus empleados. Si esto es así, ¿por qué son tan altas sus tasas de rotación? La poca estabilidad ofrecida a los trabajadores [...]

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