La innovación es arte y es ciencia

Almudena Eizaguirre

Catedrática y directora general de Deusto Business School Executive Education

El mundo cambia, la sociedad cambia y las empresas deben dar respuesta a las transformaciones en el entorno. Pero, además, tienen el difícil reto de explotar adecuadamente el negocio actual, al tiempo que exploran nuevas formas de diferenciarse de la competencia en un proceso que, en muchas ocasiones, les supone “seguir pedaleando” y, a la vez, “ser capaces de cambiar las ruedas de la bicicleta”.

Y a las dificultades señaladas de la necesidad de mantener el negocio actual con la mirada puesta en la innovación, se suma el hecho de que se trata de un proceso para el que no hay recetas mágicas.

Cuando hablamos del arte de innovar, queremos poner el acento en que son las empresas las que innovan, para lo que necesitan contar con una cultura abierta a la innovación que apoye la creatividad, que incentive el pensamiento crítico y que anime a las personas a cuestionarse cómo se hacen las cosas.

Los procesos de innovación no se rigen por parámetros establecidos. Y, aunque existe un buen número de herramientas diseñadas para ayudar en el proceso que va desde la detección de una idea, hasta el análisis de sus beneficios y sus costes, pasando por la generación de una nueva realidad en procesos o productos, lo cierto es que no existe una cultura única que propicia la innovación, ni hay herramientas adecuadas o inadecuadas.

Lo mismo que un cocinero cuenta con muchos recursos, materias primas, utensilios, experiencias… en las empresas contamos con personas que tienen unas competencias, unas aficiones y una motivación para prosperar. Contamos con muchos posibles modelos de negocio y muy diferentes propuestas de valor en el mercado, y con millones de combinaciones de dichos modelos y propuestas de valor.

Hay algo mágico en lograr que un modelo de negocio tenga éxito y sea próspero. La realidad es que nadie nos va a quitar el trabajo de detectar cuál es el modelo de negocio más apropiado aquí y ahora, y también es cierto que la lectura de los mejores modelos de negocios y propuestas de valor, bien recopilados y clasificados, son una gran fuente de inspiración.

No existen las empresas invencibles, puesto que ser una empresa invencible es una aspiración, un arduo trabajo que requiere esfuerzo, buenos aliados y ser conscientes de que no existe el modelo de negocio único, atemporal y universal. Cada empresa ha de escribir su propia historia y construirse día a día a sí misma. Cuando una organización no es capaz de reaprender y cuestionarse, el mercado, con su dureza, la expulsará.

No existen las empresas invencibles, pero sí las empresas responsables que cuentan con personas comprometidas en el día a día, que son conscientes de que es preciso estar alerta para incorporar cambios en los modelos de negocio y en la propuesta de valor y que anhelan contribuir a una sociedad más justa e inclusiva.

Las organizaciones precisan de equipos directivos y de gestión capaces de ser eficaces en el negocio actual, innovar y detectar nuevas oportunidades, y lograr con ello no sólo un beneficio económico, sino también el desarrollo del bienestar de los distintos stakeholders y de la sociedad en general.

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