Manuel Carneiro Caneda sobre ‘Innovación abierta’

Manuel Carneiro Caneda

Consejero Delegado de IFFE Business School

Si comparáramos las empresas con los organismos, como Arie de Geus apunta en su obra The living company, podríamos considerar que éstas parecería que hasta respiraran; así, en el proceso de ingestión del aire para la supervivencia, existen dos procesos, el de inspiración y el de espiración. Una de las cualidades fundamentales del lenguaje es la gran cantidad de opciones creativas que permite, sobre todo con la polisemia. Inspirar no es únicamente la absorción externa de aire cargado del benéfico oxígeno; también califica el inicio del acto creativo.

Respirar, para los organismos vivos, resulta vital. No obstante, es la segunda acepción de la inspiración la que nos interesa para las empresas: crear, transformar, inventar, generar innovación en definitiva, también se torna decisivo y llega a convertirse en la actualidad en una garantía de supervivencia. En palabras de José B. Terceiro y Gustavo Matías en su último libro, Digitalismo: el nuevo horizonte sociocultural, una de las cuatro “e-reglas” esenciales para adaptarse a la nueva relación económica será “Innovar para sobrevivir: las reglas tradicionales apostillan que innovar es una forma de aumentar la participación en el mercado. Según las nuevas reglas, la innovación, sencillamente, es indispensable para sobrevivir”.

En consecuencia, la adquisición de material para la creación ha de provenir del exterior de la empresa; no puede generarse en el viciado proceso de transformación propio de la combustión interna. Las empresas deben mantener una actuación porosa frente al entorno, absorbiendo los componentes para mantener el pulso vital. De esta manera, la “cerrazón ante la innovación”, la closed innovation, ha dado paso a una nueva concepción de la empresa que podemos calificar de open innovation, caracterizada por la necesidad de asumir que también hay un potencial de ideas útiles e interesantes fuera de la propia empresa y que deben formar parte del bagaje que componga el capital intelectual que cualquier organización debe poseer.

Como en la respiración en sí, el proceso de asimilación del oxígeno se produce en el interior del organismo, dado que poco se hace con el mismo aire en el interior de los pulmones, salvo provocar la intoxicación. Hay que sacar el aire viciado con el dióxido de carbono para renovarlo regularmente con aire fresco con suficiente oxígeno y todo ello se logra, en este proceso fisiológico, mediante la intervención de distintos elementos del cuerpo.

Si continuamos con la analogía del proceso de la respiración, podemos estimar que son tres, al menos, sus soportes fisiológicos. En primer lugar, el diafragma, músculo fuerte alojado bajo los pulmones que permite la inspiración. Éste es el primer paso para dirigir una empresa hacia parámetros de open innovation: detectar mis posibilidades reales de abordar la innovación. En segundo término intervienen dos vísceras esenciales, los pulmones, medios físicos mediante los cuales puedo realizar la función respiratoria, mi modelo de negocio propio. Y, en tercer término, la cavidad que alberga ambos elementos, el tórax, el diseño de mi propio modelo de respiración, lugar que cobijará el momento mismo de inspiración.

Por tanto, crear supone, como modelo de negocio, al menos tres momentos conectados si pretendemos que ello forme parte de un estilo propio de actuación: determinar las pautas de identificación de las fuentes de las que manen las nuevas ideas, compartir dicho modelo con otras organizaciones para poder favorecer procesos de intercambio exitoso de novedosos planteamientos y, por último, realizar el seguimiento activo de las novedades que pudieran ir surgiendo para incorporarlas a los activos del propio negocio.

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