Marta Romo sobre ‘Practically Radical’

Marta Romo

Socia directora de Be-Up

El entorno actual y la configuración de un mercado global y abierto exigen una profunda transformación de las personas y las organizaciones. De nada sirve lamentarse o perpetuarse haciendo constantes análisis del pasado. Podemos decir que existe un preocupante desfase entre lo que pensamos y lo que realmente hacemos en el mundo empresarial; por ejemplo, la sociedad es hoy totalmente distinta a la de 1990 y, sin embargo, las prácticas de gestión empresarial siguen siendo esencialmente las mismas.

En otras palabras, las empresas y los profesionales están intentando enfrentarse a una situación absolutamente nueva con herramientas del pasado y, así, los resultados no pueden ser satisfactorios. Para adoptar una nueva visión debemos ser capaces de modificar nuestros esquemas mentales y cambiar nuestros hábitos. Eso solo lo conseguimos cuando abandonamos nuestra zona de confort, ese espacio resguardado en el que llevamos a cabo la gestión diaria sin cambiar absolutamente nada, como siempre lo hemos hecho, de forma cómoda y rutinaria.

¿Cómo mirar nuestra empresa y nuestro sector con ojos nuevos, como si fuera la primera vez? El mismo acto de redescubrir y reinterpretar el pasado crea la claridad y la confianza necesarias para diseñar un plan de acción para cocrear un futuro distintivo y con una visión positiva. Transformar una organización, un sector o un mercado es como mover un transatlántico: es lento y costoso. Si nos movemos desde ahí, podemos caer en el aburrimiento o la desesperanza por la ausencia de resultados inmediatos. Por eso es fundamental hacerlo partiendo de la ilusión, con emociones positivas, y el atajo para lograr el cambio es partir de lo esencial y volver a lo básico; hacerlo preocupándose por las personas y ocupándose de ellas: colaboradores, clientes, colegas e, incluso, competidores. De este modo será posible mover el transatlántico de forma colectiva.

El reto para los líderes en cualquier área es emerger de tiempos revueltos con conexiones más cercanas con sus clientes, con más energía y creatividad en sus equipos y con una mayor distancia entre ellos y sus competidores. Necesitamos reinventarnos como líderes y como personas y ser capaces de trasladar esa pasión y esa energía creadora a nuestros colaboradores.

Este movimiento hacia la acción y el futuro, además de innovación, requiere agilidad y sentido de emergencia, porque es una situación de supervivencia para las organizaciones. Se trata de crear las condiciones necesarias para que emerjan las soluciones y para que la incertidumbre se convierta en una fuente de creatividad. Este reto requiere un espíritu explorador en el líder y es fundamental que su pensamiento, su emoción y su acción vayan de la mano en el mismo sentido. El líder explorador ya no trabaja exclusivamente por proyectos, sino que lanza expediciones. Eso significa hacer nuevas preguntas, involucrar a personas distintas para la búsqueda de soluciones, aplicar nuevos esquemas que le aportarán otras maneras de ver las cosas y experimentar.

No todos estamos preparados o dispuestos; mientras unos meten quinta, otros frenan. Lo que está claro es que la tendencia es imparable y que las organizaciones del futuro navegan hacia la flexibilización, la simplicidad en los procesos y la agilidad en las decisiones y apuestan por el liderazgo para lograr que el “barco” sea más ligero y manejable.

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