No temamos al futuro, temamos a la inacción

Celestino García Romero

Vicepresidente de desarrollo de negocio en Sherpa.ai

El futuro ya no es lo que era, tal y como el pensador Paul Valéry anunciaba a principios del siglo pasado. Vivimos en un entorno acelerado y volátil, impredecible en muchos aspectos, y que nos trae lo inesperado como la situación pandémica que estamos viviendo.

Visionar qué configuración puede tener el mundo en el año 2030 es un ejercicio que solo está a la altura de figuras con una trayectoria académica, como el Profesor Guillén, y que bien  describe en su nuevo libro 2030, Viajando hacia el fin del mundo tal y como lo conocemos.

Desde mi humilde perspectiva, lo que me queda claro son algunas ideas que paso a describir y que no obedecen a la tecnología sino, más bien, al comportamiento de las personas con la tecnología.

La primera idea es acerca de los principales habilitadores tecnológicos, donde no hay duda de que el 5G, cloud, edge computing, blockchain, IA, robótica o virtualización, por destacar algunas, ocuparán un papel principal en nuestras vidas, y veremos el inicio del 6G y la computación cuántica.

Pero, cómo van a impactar estas tecnologías en nuestras empresas es una cuestión muy complicada de responder. En primer lugar, tenemos que entender la tecnología desde dos ángulos, la manera en la que la adopto en mi corporación, pero también la manera en que se adopta por mis clientes o partners.

El caso de uso de una tecnología y la realidad de su uso no ha dejado de sorprendernos a lo largo de la historia. Si viajáramos al pasado y nos preguntaran si hubiéramos preferido tener un dispositivo para mandarnos mensajes de texto o para hablar, sin duda, todos hubiéramos dicho que para hablar, pero la teoría se ha dado de bruces con la realidad.

Una vez asumida esta miopía, tenemos que preparar a nuestras empresas para hacerlas más ligeras y más rápidas. La recogida de información o el reporting, en lo que los ejecutivos de nivel C invierten gran parte de su tiempo, van a poder ser automatizadas por algoritmos de IA.

Estaremos permanentemente en un momento de toma de decisión bajo unas opciones previamente calculadas por el sistema. Por citar algunas áreas, las labores de forecasting, producción, stock, pricing, obsolescencia… estarán previamente calculadas en dashboards y será el humano quien tome la decisión final.

Estaremos en ese momento de la verdad, en el que habrá una combinación de automatización y decisión humana. Se redefinirán las relaciones en las multinacionales entre los headquarters y las subsidiarias, con el eterno debate de qué nivel de autonomía se dejará a la geografía o  región. Las compañías estarán hiperconectadas a sus proveedores, partners y clientes de una manera tan íntima que permitirá tener una propuesta de valor personal; lucharemos más que nunca por el Life Time Value de los clientes, porque transaccionar sólo una venta será una pérdida de recursos; los robots ocuparán un papel predominante en la cadena de producción de cualquier producto o prestación de servicio; y la tecnología será un elemento transversal de todas las compañías, independientemente de su tamaño o configuración.

Y en este punto, alguien podría tener una idea distópica del futuro cuando lo que realmente importa, y ahora más que nunca, son las personas, en una organización diversa, no sólo en género o raza, sino en edad, con habilidades diferentes, que sea capaz de trabajar transversalmente, con una idea integral del negocio, con empatía y humildad que saque provecho del enorme potencial que la tecnología nos va a brindar. No temamos al futuro, temamos a la inacción.

El libro

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