Nuevo talento para nuevas organizaciones

Nerea Campo

Directora general de Campo & Ochandiano

No hace mucho, leía una noticia sobre cómo un alto directivo de una de las empresas industriales de referencia en su sector en el País Vasco, reflexionaba sobre cómo actualmente el principal factor para ser más competitivo y atraer talento en su empresa, con una plantilla compuesta fundamentalmente por ingenieros, es la readaptación de sus horarios a una jornada continua de mañana, lo que suponía un hecho inaudito en la filosofía de trabajo llevada hasta ahora por esta empresa centenaria. Esto es solo una muestra de los cambios que se han dado en el mercado laboral en los últimos tiempos, debido a múltiples factores.

Los principales factores que han dado lugar a este cambio de “filosofía”, por parte de los profesionales, se derivan de hechos que han incidido directamente en la reflexión personal y profesional de las personas en el momento de buscar un empleo. Independientemente de los factores que afectan de forma muy directa, como pueden ser diversas crisis económicas, pandemias, el conflicto bélico actual…, existen otros factores socioeconómicos y familiares que dan lugar a un  cambio en la escala de valores, como son la conciliación familiar, el fomento de la igualdad entre mujeres y hombres en el entorno laboral, el incremento en la utilización de las nuevas tecnologías, una significativa oferta pública de empleo con condiciones favorables a nivel laboral y el obvio cambio demográfico por la reducción de la natalidad, que hace que cada vez se estreche más el mercado de oferta de profesionales y estos tengan más capacidad de negociación con la empresa en cuanto a condiciones laborales favorables y acordes a sus propias circunstancias personales y familiares.

En este sentido, se prioriza más la búsqueda de empresas que puedan aportar una mayor seguridad y estabilidad en el empleo a futuro, a la vez que menos sensibles a posibles cambios coyunturales de mercado.

Poco a poco la pirámide de los aspectos más valorables en el trabajo se está invirtiendo, pasando a no ser prioritaria la motivación económica y priorizando en mayor medida aspectos como: un buen ambiente de trabajo, la estabilidad, horarios flexibles, condiciones que favorezcan la conciliación, estilos de gestión y liderazgo y culturas de trabajo más participativas, posibilidad de teletrabajo, beneficios sociales, horarios y flexibilidad, entre otros.

Como conclusión, las empresas que quieran seguir siendo competitivas tendrán que adaptar sus modelos de gestión para atraer el mejor talento para sus organizaciones, lo cual requerirá un cambio de cultura empresarial. Todo ello, sin olvidar, naturalmente, el objetivo de rentabilizar las inversiones a través de una gestión profesional eficiente y teniendo en cuenta el complejo escenario económico y social, atendiendo a factores como mercados, costes energéticos, fiscalidad, gestión de cadenas de suministro, inflación, relaciones laborales, etc.

 

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