Roberto M. Álvarez del Blanco sobre ‘Happy Money’

Roberto Álvarez del Blanco

Profesor de Márketing y Estrategia de Marca en IE Business School y miembro del Comité Editorial de Manager Focus.

¿Qué cantidad de dinero necesitaría para ser feliz? Piénselo un momento. ¿Cuál es la cifra? Muchas personas se sienten insatisfechas con lo que poseen. Esta circunstancia suele motivarlas a cambiar de trabajo para conseguir más ingresos o a soñar con ganar a la lotería. Resulta un tanto impropio cuestionarse cuánto dinero se necesita para ser feliz. La idea de que el dinero no puede comprar la felicidad es bien conocida. Sin embargo, persiste una conexión cuantificable entre ingresos y felicidad. No sorprende que las personas con estándares de vida confortable sean más felices que aquellas que viven en la pobreza.

Sin embargo, todo indica que ingresos adicionales sobre un nivel confortable no proporcionan felicidad adicional. Ese grado mágico de confort varía según las personas y los países. Desde hace varias décadas, los sociólogos se han enfrentado a la paradoja de que el dinero es la fuente de la felicidad, pero que, cuando se logra, produce menos de lo esperado. Parece que coexisten dos posibilidades. La primera es que el dinero no suministra felicidad y la segunda es que el dinero puede comprar algo de felicidad, pero, una vez obtenida, no se sabe cómo administrarla correctamente. Un enfoque de la paradoja sería abordarla por la adquisición de experiencias en lugar de por la compra de objetos. Si compramos un sillón en lugar de un viaje de placer al destino soñado, el hecho de que el uso del sillón sea inmediato puede provocar un freno a la felicidad. Por el contrario, los días de vacaciones permanecerán en nuestro recuerdo durante largo tiempo y aportarán una felicidad más intensa. Usado correctamente, el dinero podría comprar felicidad. Estaríamos contextualizando el arte de comprar felicidad con dinero feliz. Los motivos de este fenómeno de experiencias frente a objetos se pueden explicar por la mayor satisfacción que proporciona el hacer frente al poseer. Los motivos son varios: nos adaptamos menos a las experiencias que a las cosas; las experiencias suelen compartirse con los demás más que los objetos, lo que suministra el beneficio de la conexión e interacción social; asimismo, proporcionan un mayor enriquecimiento de la historia personal. Hoy conocemos más fundamentos de la determinación de la felicidad. Las personas ricas son felices, pero menos de lo que se creía. Los vínculos sociales producen felicidad; el trabajo interesante y motivador genera felicidad; la buena salud, libertad y seguridad económica también la favorecen. Sabemos que es más feliz la persona casada que la separada o viuda, quien tiene hijos que quien no los tiene y quien desarrolla una vida espiritual que quien desarrolla una solo material. También las personas felices gozan de mejor salud, viven más y logran un mejor rendimiento en su trabajo. Sin embargo, aún está pendiente de resolver el puzle de la felicidad frente a la realización. La respuesta a la pregunta “¿Cómo de bueno fue el día ayer?” indicaría la diferencia entre solo felicidad pasajera y satisfacción duradera y general de la propia vida. La experiencia de momentos individuales mágicos en ejercicios hedónicos facilita las emociones positivas y el pensamiento expansivo e imaginativo. La cuestión es cómo maximizar la felicidad usando inteligentemente el dinero feliz.

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