Santiago Álvarez de Mon sobre ‘La organización horizontal’

Santiago Álvarez de Mon

Profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones en el IESE, es también coach de directivos en todo el mundo y consultor de empresas en gestión de equipos y liderazgo. Asimismo, es autor de varios libros; entre otros, Con ganas, ganas, Aprendiendo a perder, etc.

En The Horizontal Organization, Ostroff resume algunas de las claves de la organización horizontal documentando empíricamente su análisis en las experiencias exitosas de Ford, Xerox, Motorola y Barcklays. El autor arranca con una crítica de la organización tradicional, en la que jefes y subordinados están excesivamente pendientes del eje vertical, bien con tortícolis por mirar hacia arriba, bien por mirar condescendientemente hacia abajo. El focus de la nueva organización, para curar o, al menos, paliar esa enfermiza tendencia de la jerarquía, se quiere situar en el exterior, en el entorno de clientes cada vez más críticos e informados. En lugar de mirarnos al ombligo, verificando quién tiene más galones y status, miremos hacia fuera, donde de verdad hay que librar la auténtica batalla.

Una segunda propuesta es un elemental ejercicio de sentido común. La estrategia de la empresa debe preceder e informar el diseño estructural. Este debe ser un instrumento puesto al servicio del fin que se persigue, la mejora de la productividad. Importante recordatorio cuando tantas y tantas veces la definición estratégica se ve mediatizada por la estructura organizacional, baúl de sastre en el que los personalismos e intereses partidistas se confabulan para resistir y obstruir los procesos de cambio.

Tercera aclaración, pertinente y necesaria: horizontal no significa ‘plana’, otra muestra de realismo y sensatez frente a los que propugnan organigramas sin ningún tipo de jerarquía. Esta no muere en la organización horizontal; simplemente se transforma y renueva ejerciendo el poder desde la influencia de las ideas y la personificación de unos valores que se quieren ver extendidos por toda la organización. El directivo vendría a ser un facilitador más que un jefe.

Cuarta precisión: horizontal tampoco se equipara a downsizing. Si la misión de diseñar estructuras está guiada y protegida por la creatividad y la sensibilidad para crear nuevos puestos de trabajo, esta no tiene por qué llevar aparejada una pérdida irreversible de empleo. Desde la necesidad de reinventar un contrato social severamente agredido, Ostroff reclama más arte e ingenio para proponer nuevos roles a los empleados actuales.

Resulta lógico que los amplios ejes por los que parece discurrir una organización más chata, ágil, flexible y sencilla desemboquen en una serie de principios que la sostienen y explican. Sin ánimo de ser exhaustivo, quisiera detenerme en tres de ellos:

  • Los managers son propietarios de los procesos que dirigen y, por tanto, responsables. Propiedad y responsabilidad son dos ideas que se interrogan y entrelazan mutuamente. Desarrollar y extender ese binomio, en sus facetas económica, jurídica y psicológica, a grandes bolsas de la población profesional se me antoja vital para el próximo milenio.
  • Consciente de la vulnerabilidad del individuo aislado en un mundo complejo y cambiante, esquiva y lejana la anhelada autosuficiencia personal, el autor postula el equipo multidisciplinar como la pieza angular del nuevo proyecto.
  • Una cultura de cooperación, compromiso y apertura es causa originaria y consecuencia final del camino emprendido. En el final de su viaje, habiendo jugado constantemente con nociones como “estrategia” y “estructura”, Ostroff se ve impelido a hablar del alma de la organización, de la filosofía de la dirección que requiere la nueva estructura.

Por último, solo me resta hacer una crítica extensible a tantos y tantos trabajos sobre estructuras. Tal vez la misma naturaleza de estos les hace detenerse en unos límites que uno ansía traspasar e investigar. Me explico: detrás de los diseños estructurales más innovadores que podamos imaginar, viven personas que sienten y padecen. La actitud y respuesta personal frente a los desafíos que la organización horizontal plantea, desde la ilusión por lo nuevo hasta la resistencia más o menos sutil, es lo que va a determinar su futuro. Y ante ella, probablemente respetuoso de las cuestiones más hondas de la organización horizontal, Ostroff se detiene y descansa. El profesional que la protagoniza deberá proseguir y adentrarse en la aventura de inyectar ilusión y vida en estructuras felizmente humanas.

Santiago Álvarez de Mon

Profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones en el IESE, es también coach de directivos en todo el mundo y consultor de empresas en gestión de equipos y liderazgo. Asimismo, es autor [...]

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