Virginia Galdeano sobre ‘Retos de la dirección de personas’

Virginia Galdeano

Directora de Recursos Humanos de Sephora España

Por muchos cambios que vivan la sociedad, la empresa y la cultura empresarial, la dirección de personas es y seguirá siendo uno de los mayores retos que tiene que abordar cualquier líder. Es un reto para todos los que tenemos equipos, no solo para las direcciones de recursos humanos: el desafío de construir un equipo, ayudar a cada persona a crecer, conciliando la vida personal y profesional y logrando que su carrera profesional sea parte enriquecedora de su vida.

Actualmente y por primera vez, tenemos cuatro generaciones conviviendo en la empresa. Si la dirección de personas, desde sus primeros modelos, defiende la necesidad del manager de adaptarse a la madurez de cada persona, la diferencia entre generaciones ha multiplicado exponencialmente esa necesidad.

La clave del éxito parece hoy tener una llave en el compromiso, pero ¿qué significa el compromiso? Una persona está comprometida cuando cumple con sus obligaciones, con aquello que se ha propuesto o que le ha sido encomendado.

Durante la revolución industrial y prácticamente hasta el inicio de nuestro siglo, el compromiso no era algo voluntario; era una exigencia del patrón a cambio de un trabajo y un salario cuyas condiciones no eran negociables. Hoy, sin embargo, la evolución de la sociedad, la liberalización de los mercados, la globalización, la educación y el talento, por fin valorado, hacen que trabajar en tener equipos comprometidos, que quieran quedarse con nosotros, sea el principal reto de la dirección de personas. Con colaboradores comprometidos, los objetivos que nos fijemos, por muy ambiciosos que sean, estarán a nuestro alcance. No hay mayor fuente de energía que la de un grupo de personas que desean conjuntamente alcanzar el éxito. El problema es lograr llegar a todos y muchas veces las empresas queremos hacerlo con el mismo mensaje.

Los millennials quieren que evolucionemos a un ritmo demasiado rápido para el que aún la mayoría de las empresas no están preparadas. Desean participar y tomar decisiones desde el principio, gozar de libertad de movimiento y tener una visión clara de su plan de carrera. A favor están la fuerza del equipo, la seguridad en su capacidad, el no fijarse límites y el deseo de ayudar y lograr un fin común, a veces por encima de los propios intereses.

Debemos escucharlos, adaptar nuevos sistemas de trabajo y tener organizaciones ágiles en las que las jerarquías estén menos definidas y ellos puedan desarrollar todo su potencial al tiempo que los acompañamos para que puedan adaptarse a la organización. No obstante, tampoco podemos dejar de lado las necesidades de personas con una dilatada experiencia profesional, preparadas, con un saber hacer, una capacidad para delegar y una profesionalidad fuera de dudas. Tenemos que ser capaces de olvidarnos del modelo presencial, donde valen más las horas físicas que las aportaciones reales, medir los resultados por objetivos y permitir una conciliación personal, implementando políticas de flexibilidad horaria, teletrabajo y retribución flexible.

Y, por último, algo aplicable a cualquier generación, debemos tener un estilo de comunicación claro, implantar una cultura real de feedback, que debe ser percibido como algo que nos impulsa a ser mejores, más asertivos y también más empáticos. Saber escuchar y saber aceptar el feedback es una fuente de poder para todos los líderes, fomentando el desarrollo de una relación sana y positiva con los colaboradores.

El libro

Escribe y pulsa intro para buscar