Alberto Andreu Pinillos sobre ‘Organizational Learning’

Alberto Andreu Pinillos

Asesor del Consejo de Administración de Pascual, Senior Advisor de ATREVIA y EY y profesor asociado en la Universidad de Navarra

“Le conozco, no va a cambiar”. “¿Me pregunta por qué hemos hecho esto así? Pues verá usted; porque así se ha hecho siempre en esta casa y nos va muy bien”. “No me merece la pena esforzarme en investigar nuevas alternativas; para qué, si siempre hacemos lo mismo y aquí nadie quiere ver nada distinto”. “Disculpe; no puedo ayudarle con esto porque no me han enseñado cómo hacerlo”.

¿Cuántas veces hemos oído estas u otras frases parecidas en nuestras organizaciones?

En esta obra, Argyris y Schön parten de una idea que, en principio, todos estaríamos dispuestos a suscribir. Para ellos, es frecuente que el saber hacer de una organización (basado en sus metodologías de trabajo y que casi todo el mundo define como el know how) no esté a la misma altura que el conocimiento de las personas que trabajan en ella. Es decir, o las organizaciones saben menos que las personas que trabajan allí o las organizaciones saben más que sus componentes.

Por tanto, parece claro pensar que las organizaciones, igual que las personas, pueden aprender. ¿Cómo? Aquí empiezan a aparecer las aportaciones de Argyris y Schön, quienes nos proponen un modelo de aprendizaje de “doble bucle” –de ida y vuelta– cuya característica fundamental radica en la capacidad de cuestionarse permanentemente el statu quo de todo: las normas de actuación, los procedimientos, las metodologías, los procesos de toma de decisiones, las normas internas de funcionamiento, etc.

Este modelo de aprendizaje, como inmediatamente podrá imaginarse, implica la modificación de la mayoría de los valores organizativos, porque, en definitiva, lleva a las organizaciones a vivir en una reingeniería de procesos casi permanente, donde todo es susceptible de mejora. Por eso, en la base del modelo de Argyris y Schön están implícitas las cualidades inherentes del liderazgo participativo.

En mi opinión, el verdadero valor de la obra de Argyris y Schön reside no solo en establecer las bases de un modelo teórico y práctico de aprendizaje de “doble bucle”, sino, fundamentalmente, en recuperar para la vida organizativa y empresarial dos conceptos clave del proceso educativo de la etapa infantil: el descubrimiento y la sorpresa. El hecho de “resucitar” estos conceptos a la vida de las empresas es, en mi opinión, tan importante que es lo que verdaderamente da sentido a la obra que analizamos. Insisto; este hecho es tan importante como lo son para los niños los primeros años de su educación, porque es en ellos en los que el niño asimila más rápidamente y adquiere las experiencias más importantes de su vida. ¿Alcanzamos a imaginar cómo sería nuestra vida si mantuviésemos indefinidamente, como hacen los niños, nuestra capacidad de sorprendernos y de descubrir cosas nuevas?

¿Cómo entran en juego el descubrimiento y la sorpresa en el modelo de Argyris y Schön? De forma sencilla: si el punto de partida es cuestionarse permanentemente el statu quo, la consecuencia no puede ser otra que investigar, e investigar en todas partes. Pero esa investigación tiene una nota muy particular: tiene que ser consecuencia del esfuerzo personal, del aprendizaje individual, de que cada uno de los miembros de la organización asuma personalmente una cuota parte de la investigación. Es decir, no vale contratar los trabajos de tal o cual investigador-consultor; lo que vale es pisar la realidad, hablar con unos y con otros, conocer en y desde el terreno.

Y la consecuencia de la investigación solo puede ser una: “la sorpresa”, que, en el fondo, no es más que la diferencia entre los resultados obtenidos y los resultados esperados. “¿Quién te iba a decir a ti cuando empezaste con aquel proyecto que terminaría así?”. Esa es la clave.

En el fondo, Argyris y Schön nos retan a mantener en las organizaciones la misma frescura de los niños cuando, en su proceso de aprendizaje, buscan todo tipo de excusas para no hacer lo que quieren y, a la vez, insisten hasta el llanto para descubrir cosas nuevas y, con ello, sorprenderse, cada día, una y mil veces si hace falta. Todo un reto; a ver quién está dispuesto a coger el guante.

El libro

Escribe y pulsa intro para buscar