Efrén Martín sobre ‘La inteligencia emocional en el trabajo’

Efrén Martín

Gerente de FVMartín, profesor de Deusto Business School

En la época agraria fue coherente concebir al hombre como un animal –racional y social– y en la revolución industrial fue lógico entenderlo como un ser mecánico y económico. Hoy en día, en pleno estallido de la era de la información y el conocimiento, el símil del ordenador nos lleva a comprenderlo como una mente programada y reprogramable. Pero hay más. El fuerte componente emocional, del que carecen los ordenadores, es el que hace que la concepción actual del hombre sea más humana que las anteriores. Y esta es una nueva oportunidad para aprender a tratar a los demás y a nosotros mismos como personas y no como animales o máquinas.

Todas las emociones son positivas, pues las que denominamos negativas (miedo, ira, tristeza…) son una magnífica señal de aviso para indicarnos que algo va mal. El problema no está en las alarmas, sino en no saber desconectarlas. Con ello terminamos padeciendo un doble problema y somos víctimas del estrés.

Hasta fechas recientes, la Psicología ha estado estancada en modelos que no concluían en una metodología «de usuario». Indicaba la meta, pero no el camino. La IE (inteligencia emocional) y su hermana la PNL (programación neurolingüística) son el último intento de la Psicología del siglo XX por acceder al dominio de la mente, las emociones y la conducta humana, indicando cómo cambiarlas y dirigirlas. Ambos enfoques recogen las ideas más prácticas bajo unos supuestos básicos. Dos de estos supuestos son los siguientes:

  • Aunque no podamos cambiar los acontecimientos, siempre tenemos la posibilidad de elegir nuestra respuesta ante ellos. Esta es la base de la capacidad creadora del ser humano.
  • La voluntad puede controlar las emociones solo indirectamente, a través de los resortes del pensamiento y la fisiología. Pero las personas ignoran que pueden elegir sus sentimientos.

El libro que nos ocupa trata dos temas fundamentales –la comunicación con uno mismo y con los demás– y los sitúa dentro del mundo laboral. Sus indicaciones son sencillas y valiosas para incrementar la autoconciencia y el entusiasmo, así como para crear la atmósfera adecuada de sensibilidad y confianza con los demás.

En la primera parte, las técnicas que propone para cambiar de estado emocional incluyen estas: relajación, diálogos internos constructivos, proceso de solución de problemas y una estrategia mental de observación, reflexión y apoyo en los demás. Y siempre: precisión, precisión y precisión en el uso del lenguaje, para evitar ofender y ser ofendidos por los demás. Resulta magnífica la descripción de las etapas que el ser humano suele atravesar a la hora de enfrentar contratiempos, que le sumergen en una experiencia de pérdida y le arrastran por un laberinto de emociones negativas (rechazo, ira, nostalgia, depresión), para emerger en la aceptación, la esperanza y la actitud positiva.

En la segunda parte, mejorar las relaciones supone dominar el proceso de comunicación interpersonal, con lo que ello implica: autorrevelaciones, aseveridad, empatía y crítica constructiva, protegiendo siempre la autoestima del interlocutor. En todos los casos, el autor abunda en recomendaciones prácticas y muestra una secuencia de acciones que se deben tomar. Asimismo, hay que destacar los cuatro tipos de contenido en la comunicación que conducen a distintos grados de confianza en las relaciones.

En definitiva, este libro es recomendable para toda persona comprometida con su desarrollo personal y profesional, que no haya caído en la trampa de la autosatisfacción y esté dispuesta a afrontar el reto de dirigirse a sí misma y a los demás, poniendo la imaginación a funcionar a favor y no en contra. Este libro indica lo que la Psicología puede hacer por uno, si uno quiere, porque, como afirma S. Covey, «la puerta del cambio solo se abre desde dentro». La respuesta final, en esta era de la imagen, la información y el conocimiento, está en la mente de las personas, en sus pensamientos. Estos son un instrumento susceptible de convertirse en un buen siervo o en un amo cruel. Como bien dijo el emperador Marco Aurelio: «Tu vida es aquello en lo que la convierten tus pensamientos».

El libro

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